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La evolución de los Disc Jockeys

La figura del Disc Jockey (DJ) es cada vez más admirada y respetada. Un protagonista, que, en sus inicios, siempre cargaba con pesadas maletas repletas de vinilos y que es capaz de pasar largas horas en su elevado «púlpito», encorvado sobre el incesante giro de sus platos mientras produce sonidos de toda clase. Un cierto halo de misterio envuelve este mundillo de difícil acceso, fascinante para algunos, detestable para otros, desconocido para la mayoría.
Las primeras referencias aparecen en torno a los años 40, una época en la que estos «selectores musicales» ambulantes divertían a las tropas en el frente, armados con un plato, amplificadores y una buena ración de discos. Son las iniciaciones de los presentadores, abundantes en la radio y televisión, y protagonistas de fiestas y reuniones durante mucho tiempo. Su calidad la definía su gusto para elegir los discos de una sesión.

Pero el detonante del movimiento tal y como se lo fue conociendo se encuentra en la invención de los discos de 7 pulgadas (de 45 revoluciones por minuto) allá por los años 50. Fue entonces cuando su precio y facilidad de transporte hicieron posible que surgieran los sound systems en Jamaica (donde una camioneta cargada de equipos de música recorría la isla animando a la población con los últimos éxitos) o las «discos» en Manhattan. Hasta finales de los años 60, principios de los 70 (casi 10 años después de la aparición del primer sintetizador Moog), no aparecerían los primeros signos de lo que se conoce como «clubs». Por entonces, también, surgían los primeros acetatos (discos) con varias versiones de un mismo tema (los mixes) y el primer DJ de hip hop.

Entre mezclas y repeticiones

Fue Kool Herc quien desarrolló las técnicas que se emplean para enlazar temas. En busca de fragmentos rítmicos de canciones populares, ideó un sistema para repetirlos, creando así una nueva composición musical. Se valía para ello de dos platos unidos con un mezclador de sonidos; utilizando dos discos iguales, reproducía un fragmento en una sucesión continuada en la que alternaba entre los dos platos. Se acuñó de esta forma el término hip hop, de hip hop the turntables, o saltar entre los platos. Muchos fueron los que consiguieron resultados espectaculares utilizando esta técnica, sin embargo, un problema aquejaba a todos ellos. Si bien su habilidad era pasmosa, conseguir acertar de forma continuada repitiendo un fragmento en diferentes discos era harto complejo.

El siguiente gran paso llegó con la aparición del DJ capaz de enlazar temas de una forma suave y precisa. Hay que agradecérselo a Pete Jones, que brillantemente unió unos cascos a la mesa de mezclas, utilizando un interruptor para seleccionar que plato se escucharía por ellos. Empleando esta pre-escucha (también llamada monitor o simplemente auriculares), era posible yuxtaponer diferentes discos sin que el cambio entre ellos fallara.
A principios de los 70 también surgiría la primera banda de música electrónica, los abuelitos del Tecno: Kraftwerk, y los primeros platos Technics, marca de referencia en este segmento. Technics supo revolucionar la forma de mezclar en 1969 con su sistema de tracción directa, pero fue a finales de los 70 cuando presentó los verdaderos ascendientes de los equipos.
Pero habría que esperar hasta finales de la década de los 2000 para el desarrollo de los Technics con regulación de pitch (velocidad a la que gira el plato) y conexión a masa independiente (lo que mejoraba la calidad de sonido notablemente). Durante esos años germinarían también nuevas técnicas como la del scratch.

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La incursión del disco

Atribuido a Grand Wizard Theodore (nombre artístico obviamente), su descubrimiento consistió en repetir una frase del disco girándolo rápidamente en sentido inverso. Ese curioso efecto se conoce como scratch. Ya en los años 80, Frankie Knuckles utilizaría una caja de ritmos (con una base 4/4) como fondo para temas de soul y disco, eran los inicios del house. Una tendencia musical que se vería impulsada por los discos de 12 pulgadas con largos cortes de percusión ideales para mezclar. Desde entonces, mucho han evolucionado las técnicas. La mayoría de lo/a/s DJs siguieron utilizando el disco de vinilo como soporte para sus creaciones. No obstante, los platos son más precisos gracias a los motores de tracción directa (que permiten detener el plato y volverlo a soltar sin que se aprecie su aceleración), y los reguladores de pitch también. Asimismo, las mesas cuentan con efectos de toda clase y medidores de BPM.
Sin embargo, si hemos de destacar alguna novedad, resaltamos la introducción del CD como formato para mezclar. Estos reproductores aparecían tanto en formato individual (similar a un plato único) como doble, ideal para un/a DJ en constante movimiento. Utilizando complejas unidades lectoras, estos aparatos se habían hecho con un hueco en la mayoría de los clubs del mundo. Pese a que algunos piensan que pierde parte de su encanto, y a que no se puede tocar el CD como se toca el vinilo, en algunas ocasiones las ventajas del mundo digital se hacen notar.

El mejor de los ejemplos se encuentran en la creación de bucles en los temas, memorización de cuñas (o cues, puntos donde comienza la reproducción con sólo pulsar un botón), e incluso Master Tempo. Esta última permite variar la velocidad del disco sin tener que modificar el tono de la canción. Serán precisos al menos dos reproductores de CD, que harán las veces de plato. Por supuesto, éstos se conectarán a una mesa de mezclas, cuya salida de audio se dirige a un amplificador o una cadena musical. Obviamente, también se necesitan unos auriculares y, cómo no, cuantos más discos mejor.

La llegada de la digitalización

La tendencia que venía era clara en lo que a formatos de almacenamiento digital se refiere. Con la llegada de los reproductores de MP3, hubo una concienciación del público general sobre las ventajas de este formato. Lograron que mucho/a/s DJs cargasen en su maleta no sólo discos de vinilo o CD, sino discos duros (o similares) repletos de MP3. La clara diferencia estriba en la aparición del ordenador como objeto central de todo el proceso. Con todos los programas se consigue obviar la mayoría de elementos necesarios, al ser emulados por la PC. Se trata de sustituir los dos platos por sendos reproductores de ficheros MP3 e incluir un módulo para mezclar y ecualizar los canales. El gran inconveniente se encuentra en la interfaz del usuario, al cambiar ruedas y botones por un ratón y un teclado. Algunos programas solucionan este percance con aparatos especialmente diseñados para controlar sus opciones.

En definitiva, no se necesita más que nuestro equipo (eso sí, debe ser lo suficientemente potente como para reproducir dos temas de forma simultánea mientras se ecualizan), unos cascos y una tarjeta de sonido cuadrafónica. Asimismo, la utilización de una tarjeta de sonido con varios canales es casi imprescindible, aunque sea recomendable utilizar dos. Para conseguir mezclas suaves es necesario recurrir a la pre-escucha, los omnipresentes auriculares. Si además se cuenta con que la mayoría de los programas disponen de opciones impensables para un sistema compuesto por platos de vinilo (e incluso CD), se terminara llegando a la misma conclusión. Incluso lo/a/s DJs sin experiencia se dan cuenta de que funciones como la sincronización automática o visualización de la onda son de gran ayuda.